Mi neceser de otoño: artesanía vasca & nuevos coloretes de NARS

Dije que iba a volver y parezco desaparecida, pero es que cuando tuve material y ganas de hacer un post bonito, ocurrió algo terrible en España y quise guardar silencio por respeto...

Han pasado los días, seguimos tristes, donando y difundiendo, honrando a los que bajan al barro como mis primos de Burgos..., y ha llegado el momento de escribir un post. 

Un post frívolo, sí, ¡pero que haga disfrutar a los que me leen! A lo mejor voy un poquito sobrada con esta idea de mi misión en la vida, pero siempre he pensado que escribo poesía o prosa, poética o cosmética, para comunicarme, por supuesto, pero también para hacer felices a los demás.

Ya sabéis lo que me gustan los bodegones en los que cuento qué hay en mi neceser, destacando alguna novedad novedosa...

Esta vez mi bolsa de las pinturas es pequeña, a modo de botiquín de emergencia cosmética, cabe en cualquier bolso y cumple los parámetros de la artesanía y el "consume local", pues lo conseguí en el puesto de Ilargi del mercadillo en Vitoria. Aquí lo veis tan hippie, bordado, en azul como a mí me gusta pero también lo había en rojo para gente con preferencias cálidas.

¿Qué cabe en este neceser? 

Pues no voy a mentir, lo justo y necesario para pasar un día fuera de casa: mi corrector Shape tape radiant de Tarte que uso a modo de base de maquillaje, y no estoy loca porque Rimmel acaba de sacar un tubito minimalista que es base y corrector en uno... 

Mis jumbos de ojos, entre ellos el Fated de Nars que me fascina, una talla de viaje de máscara de pestañas, algún lápiz delineador, antes de Essence y ahora de Deliplus, alguna barrita de labios Slim de Clinique o Nars y..., ¡Un colorete de Nars!

Sí, porque mi firma favorita de maquillaje acaba de cumplir 30 años, y la revista Telva le ha dedicado un magnifico reportaje, y el amigo François ha decidido, decidió ya el verano pasado, renovar sus míticos rubores. Mejorando una fórmula que parecía no poder mejorar, añadiendo nuevos tonos y rescatando algunos de sus colores icónicos, y cambiando por fin el envase, ¡aleluya! 

Habría deseado que renunciase al negro en aras de, por ejemplo, un dorado mate lujoso y limpio, pero era mucho pedir eso de abolir ese sello de identidad.

Sin embargo, la nueva polvera es de líneas rectas, plana pero manejable, creo que se puede retirar la pastilla de color sin tener que utilizar mechero como antes, y tras casi un mes de tener estos dos ejemplares en mi tocador puedo decir que se manchan muy poco.

Yo me hice con un melocotón mate mítico, Gina, que además fue el primero de mi colección allá por 2006 en el Sephora de los Campos Elíseos de París, y con un tono completamente nuevo, el Foreplay.

Que significa "juegos preliminares", cómo le gustan al amigo François los nombres picantes, claro que en la era del reguetón nos parece casi que lo hace con elegancia.

Foreplay está más cerca del Sunbasque de Mac que tanto me gustó hace años que de mi añorado Luster de Nars, pero se le parece. Desde la marca creo que lo definen como marrón rojizo brillante, y se sale un poco de mi zona de confort...

Pero luego regala ese efecto de mejillas quemaditas por el sol que se acerca a un melocotón muy subido. Combina tanto con labiales fucsias como con melocotones claros, asusta un poco de primeras, como buen colorete de Nars, como Exhibit A o Taos, pero cuando lo trabajas puede resultar dulce y luminoso o potente y vitalista. 

Me encantan mis dos más recientes adquisiciones, tan nuevas y tan viejas, y las alterno con perfecto equilibrio en mi neceser.