Paleta 24K Gold Rush + Sombras Starry eyes de W7: primeras impresiones y Look(s)

Voy a decir la verdad: he regalado casi todas mis paletas de W7 excepto la primera que tuve, On the rocks, que hasta ahora era mi favorita. El neceser tiene que renovarse y atesorar hasta el infinito no es sano, ni razonable, ni justo ni necesario...

Pero es que con este nuevo lanzamiento, la marca me ha llegado al corazón..., vía Ratolina, una vez más. Estoy contemplando seriamente el desuscribirme de su canal durante el siguiente mes, porque planeo ponerme a potidieta y con Marta describiendo maravillas eo resulta muy difícil.
Recordemos sin embargo lo mucho que me contuve ante la paleta dorada de Urban Decay:

El karma (o, en mi caso, la Divina Providencia) me ha recompensado el esfuerzo, ofreciéndome una versión más asequible y razonable.
Más que en Urban Decay, se dice y se comenta que la nueva joyita de W7 se inspira en Natasha Denona, pero tanto monta monta tanto: yo no adquiero paletas baratas porque sean clones de otras caras sino porque me gustan per se (Muy Ratolina todo).

Por 5,99 euros tenemos cinco rabiosas sombras doradas que van del oro verdoso al ámbar modernista, repletas de shimmer o glitter, una sombra helada color nieve hecha materialmente de purpurina, dos sombras color topo, una oscura y mate y otra clara y brillante, dos marrones cálidos para hacer transiciones (una de ellas en un adorable tono camel), y....

Las que para mí son las dos sombras centrales de la paleta, aunque se alejen del preciado metal: un azul petróleo mate, sedosos y fundente y muy fácil de aplicar, y un centelleante azul noche estrellado, cubierto de burbujas doradas también.
Para acompañar a la paleta en su larga travesía me hice con dos tarritos de sombra en gelatina. Iba sin esperanza alguna: las adquirí porque cuestan 2,99 la unidad, y porque se llaman Starry eyes, ojos con estrellas, y me puede la literatura...., pero ¡menuda sorpresa!

Pedí dos: Blue Moon, azul plateada que era el objeto de mis desvelos..., y Mercury retrograde que ¡hago chas! y desaparezco de tu lado... Sí, son tarritos de cristal: si caen al suelo, se deshacen en mil pedazos. Tengo mi cuarto de baño multicolor ahora mismo.
Pero la esencia, el interior, es oro también: se modulan cual mantequilla y luego quedan fijos en la piel.

En estos dos primeros días de idilio, y aunque esté hablando de primeras impresiones, he tenido la oportunidad de hacer dos maquillajes con la paleta y puedo decir que he quedado ilusionada y embobada.
En este look apliqué la tonalidad petróleo mate por todo el párpado móvil, con mi pincel en formato bolígrafo de Sephora profesional, y después con el índice humedecido en bruma añadí la sombra azul estrellada.

Acto seguido me dije: ahora aplico una pátina de sombra Blue moon y una de dos, o me cargo todo el trabajo o triunfo.  Y, para mi gran asombro, se extendió y fundió con la levedad de un ala de ángel, incrementó el brillo y conservó la frescura del acabado durante diez horas al menos:

Sí, ésta soy yo después de todo un día de trabajo. Necesito un cepillado de pelo y otro de dientes, contorno de ojos y horas de sueño..., pero mirad mis párpados: ¡intactos!
Hoy he querido maquillarme con los tonos dorados de la paleta, que son los que le dan nombre:

Además de acompañar el loook con mi top ámbar de Amitié y mi bufanda dorada romana, y el maquillaje de párpados con el colorete trío melocotón de Bell y el gloss Punkin de Essence, apliqué la sombra camel en la cuenca, difuminando con mi pincel de Wycon, y luego dos dorados diferentes en el párpado móvil con los dedos humedecidos.

Eso sí, en esta ocasión noté que debía enmarcar los ojos con rotulador negro de Belle..., pero decidí difuminar a ras de pestañas inferiores con el pincel mojado en glitter oro viejo.
¿Qué más puedo decir? La paleta se ha hecho un trono en mi tocador, por pigmentación, duración y colorido.