Iluminador Blossom Glow de Wet´n Wild... y labiales de Nars en Vitoria

En Vitoria se puede pasear por el elegante parque de La Florida, contemplar el hipnótico arte bajo medieval o renacentista flamenco en el museo de la catedral nueva, disfrutar del vermut en  las cafeterías que apasionaban a tus abuelos..., y comprar maquillaje.

Para este último plan, sugiero dos centros neurálgicos: la perfumería Arenal en plena calle Dato, y el Corte Inglés. A la primera acudí en para tropezar con las novedades de Liposan, un bálsamo en forma de huevo como el de EOS pero mucho más hidratante y unos lápices gordos y cremosos con color que aún tengo en sala de pruebas..., y para descubrir que venden Wet´n Wild, firma que me fascina.

Desde que dejé de comprar en Primor no había encontrado un mueble expositor de esta marca, y la alegría llegó a plenitud al encontrar un iluminador al que tenía muchísimas ganas, el Blossom Glow. Leti de My Crazy Makeup lo había recomendado, y como junto a Marta de Ratolina se ha convertido en mi youtuber de cabecera, me gusta probar sus sugerencias.

Leticia nunca defrauda, y en esta ocasión tampoco decepcionó. Por menos de seis euros (5,99), encontré una auténtica joya: un iluminador de color champán rosado, soleado, radiante para pieles claras, el rosa pálido que enciende el mundo. Se desliza suavemente por la piel, iluminándola de forma delicada y sí, contiene glitter pero finísimo, como lo atestiguan estas fotografías hechas a la plena luz del día

De nuevo imágenes idílicas junto a la enredadera de Maestu, pero cuando llegué a la hiedra empezó a lucir un sol poderoso.  A punto estuve de suspender la sesión fotográfica cuando me dije: justamente es el momento de poner realmente a prueba el producto.

Lucía tanto el sol que mis ojos se ven de color ámbar, pero podéis contemplar la luz rosada, serena y tranquila que aporta el iluminador a la parte alta de mis pómulos y a todo mi tabique nasal. En el arco de Cupido quizás se ve en exceso porque la apliqué con los puros dedos, al igual que en el arco ciliar.

Lo que me ha impresionado es ver que ni siquiera bajo el poderoso foco directo del sol marca el producto los poros de mi piel, ni la troquela o rompe en mil fragmentos como a veces ocurre. Es pura armonía y luz.
Y en el Corte Inglés de Vitoria..., agrandé mi lista de deseos en el rincón de Nars, pues quería volver a probarme el mítico labial Dolce Vita y algunos otros.

El Dolce Vita, cuando lo compre, será una reposición porque lo he tenido y gastado ya al menos un par de veces: es el perfecto color labio, con el equilibrio ideal entre tonos castaños y rojizos y una deliciosa textura jugosa pero no brillante.
Y me he enamorado del Blonde Venus, otro clásico de la firma, un nude que a diferencia de otros como el Bilbao que tira a rosa o el Belle de Jour que es claramente beige... ¡vira a melocotón!