Los terminados de Adaldrida: decepcionada con Nuxe y La Roche Posay

Termina el mes de enero y veo con alegría cómo se acaban también varios tarros en mi tocador que ya me estaban fastidiando.
Si en lo que atañe a productos de limpieza ando feliz, no me convence la rutina facial hidratante que llevé durante el invierno: tengo la piel más cansada y roja que nunca, y culpa de la alimentación no será, pues he tomado la dieta de Año Nuevo con entrega e ilusión...

Pero varios productos en los que había puesto mi fe, esperanza y caridad cosméticas no me han funcionado, comenzando por la línea Creme fraiche de beauté de Nuxe.
Ésta es la última oportunidad que le concedo a la que antaño fue mi crema de cabecera, mi gran amor cosmético: hace casi una década la para farmacia francesa estaba muy de moda y estos dos productos, crema y suero, eran objeto de culto. Veneración alimentada por el extinto foro Vogue y la mítica forera Flopsy que catalogaba a la Creme fraiche como la crema de los maquilladores.

Fiada en tal descripción, en la suntuosidad del nombre y en la belleza del envase, que entonces era cerámico, compré mi primer tarro y perdí la razón por esta crema que, en aquellos buenos tiempos, era un oasis para mi piel, un cóctel botánico de aroma embriagador, entre postre lácteo goloso y flor de azahar.
La historia de amor duró varios años pero, tras varias formulaciones nuevas y fallidas, la crema ahora no es ni sombra de lo que era: un frasco de plástico satinado que alberga perfume y silicona en la tercera línea de la fórmula, un olor a gardenia que satura bastante y una triste decepción. El sérum hidrata, la crema empacha... y ninguno de ambos es capaz de calmar mi piel.

Termino este auténtico réquiem hablando d el contorno de ojos Redermic C de La Roche Posay, que también me ha defraudado.
La firma atesora dos de mis mayores regalos en cuanto a cuidado facial y maquillaje: su agua termal y su base de maquillaje Toleriane teint son cosas que me llevaría a una isla desierta, junto a las obras completas de Jane Austen: pero este contorno me ha parecido muy pobre.
Costó ya sus buenos dineros, unos veinticinco euros, y aporta una sensación de confort que muy pronto se esfuma. No es que me haga mal, es que a medio o largo plazo no me hace nada. Prefiero cien veces más  el contorno de Cien Nature.

Afortunadamente, ése y otros productos de la cadena de supermercados Lidl me están ganando el corazón, pero ésa será ya otra historia.