Holo Wow Unicorn powder de Essence... y reflexiones sobre los unicornios

El pasado viernes subí esta fotografía a Instagram, la viva imagen de la felicidad en el inicio de fiestas, en la preciosa terraza del Wine Fandango de Logroño y a punto de cenar con amigos..., ¡y me preguntaron por el labial!
Antes de entrar en este mágico asunto, comentaré que de la imagen se pueden deducir dos realidades objetivas:

1) estoy hermosa en el sentido de voluminosa (A.K.A "Gorda" que decían los anónimos antaño), a lo que ya estoy poniendo remedio volviendo a la buena vida del año 2015: más zapato y menos plato.
2) y a pesar de ello estoy radiante (A.K.A "con el guapo subido", perdónenme este ataque de inmodestia que viene siguiendo a un buen sorbo de realidad).
Y esto segundo es debido a la alegría, al conjunto de rosas y estampados florales, a las gafas de + visión, al bolso de Misako..., y al maquillaje de tendencia que incide en la idea de "Glass skin", piel de cristal, con mucho iluminador y brillo labial prístino.

El gloss en cuestión es este: el número uno de los (ya no tan) nuevos Holo wow de Essence. Cuando vi que lo habían bautizado como "Unicorn powder", polvo de unicornio, supe que debía ser mío..., por la módica cantidad de 3,99 euros. Merece muchísimo la pena, pues aporta a cualquier maquillaje, ya sea barroco de ojos recargados o de efecto desnudo, una pátina traslúcida pero mágica, tridimensional.

La base es transparente casi blanquecina, clona el efecto esquiando en Baqueira pero de forma ligera y favorecedora. Al trasluz se divisan miles de burbujas multicolor: plateadas, azules, verdes, rosas. Surcan la superficie del labio como cometas felices...
Podéis verlo en esta foto realizada al sol donde se me ven hasta los pelitos que nunca he depilado por encontrarlos invisibles: aquí tienen el brillo del unicornio en todo su esplendor:

Unicorn Powder. Un nombre de moda pero evocador que me recuerda a una conversación que tuve con la mujer de uno de mis amigos aquí en la Rioja:

- A mí me gustan los unicornios de siempre, decía yo, y no solo ahora que se estilan tanto.
- ¡Ah! ¿Se estilan los unicornios?
- Pues claro, están por todas partes, ¿no los ves...? (mi racional amiga me miró como si le hubiera susurrado "En ocasiones veo unicornios".)
- ¿Por qué te gustan tanto los unicornios?
- Bueno, son mágicos... Aquí comenzaba yo a sentir que perdía pie, y el canalla de mi amigo apostillado “Voldemort también es mágico” :)
- Y son puros e inocentes, y recuestan la cabeza en el regazo de una virgen y tienen... un... cuerno... brillante.
Podéis imaginar mi nivel de sonrojo mientras hablaba así. Mi amiga se decidió por lo más coherente de mi discurso:
- Te gustan las cosas brillantes.
Bueno, soy un hobbit, pensé, pero me abstuve muy mucho de decirlo. En su lugar dije algo así como que lo brillante evocaba luz y me ayudaba a contemplar la esencia divina, toma ya. No querías sonar friki, y al final fue aún peor...
Así que mis amigos dedujeron, entre risas, que me gustaban los unicornios por razones teológicas.