Somos lo que nos untamos en la piel
Estuve en el Mercado Medieval de Sevilla, un año más.
Adoro la oscura Edad Media, las catedrales llenas de luz, el canto gregoriano, las vidrieras, la alquimia. Había un hombre vestido de espadachín que vendía cremas artesanas de aloe vera. En el puesto estaban amontonados grandes trozos de jabón blanco con motas oscuras, y tarros de vidrio que olían a plantas y a miel.
Me encantan los productos con ingredientes naturales, reconocidos desde antiguo por sus efectos balsámicos. Siempre hay quien nos recuerda, desde foros y revistas, que natural natural no hay nada, y que si abres una manzana por la mitad y la dejas en la despensa, se oxida en pocos minutos.
Vale, asumo el riesgo de los conservantes más o menos declarados, pero aún así me alucinan las lociones con florecillas de lavanda y aceites esenciales, las infusiones con aroma campesino y esas destilaciones de plantas misteriosas que dejan en la piel un letrero luminoso. Un letrero que dice a gritos, "no uso alcohol, no uso aceites químicos, no uso petróleo y por eso estoy sana, sana y sana." Disfruto untándome en la cara emplastos de aloe vera, camomila o rosas búlgaras, y huyo conciienzudamente del alcohol y del petrolatum. Últimamente han surgido muchas líneas naturales en la farmacia y en los herbolarios, incluso en la perfumería. Los productos de Carla de Bulgaria, Taj Sultana y Nueva Antiqua son prueba de ello. Están un escalón por delante de marcas como Lush y L´Occitane: son mucho más caseros y familiares, no son grandes emporios sino obra de una persona con un sueño por realizar y una materia prima excelente.
Aloeplant es una de esas iniciativas bucólicas que me ponen de buen humor. Venden hojas frescas de aloe vera y plantas que cultivan ellos mismos, en Alhama de Almería. Tienen un certificado de agricultura ecológica y venden aceite de oliva bío de su cosecha, aceite de jojoba puro y manteca de karité pura.
Les compré en el mercado medieval una crema de día libre de grasas con propiedades calmantes, reafirmantes y de prevención de primeras arrugas que me tiene enamorada. El invento me costó nueve euros y realmente hace magia en la piel. Sus ingredientes son: setenta por ciento de aloe vera, cera de jojoba, miel, aceite de geranio, cera candelilla y aceite de lavanda fina. No me digáis que no son activos atractivos.
El producto huele a campo: se aprecia un ligero perfume de miel sobre la nota verde tan característica del aloe vera. El cannabis, hum, se debe notar desde la primera vez, porque cuando te aplicas este mejunje en la cara limpita, antes de irte a dormir, comienzas a sentirte bieeeen.
Eso sí, el efecto reafirmante también se percibe: yo nunca había utilizado cremas antiaging y me ha asombrado la sensación un poco tirante de la piel durante los primeros diez minutos. Lo sorprendente es que esta tirantez no tiene nada que ver con las alergias ni las reacciones, que brillan por su ausencia, sino con un efecto despertador, tensor. Por las mañanas me levanto con la piel lisa, suave, hidratada y sin una sola rojez. También es perfecta para relajar y afinar el contorno de ojos.
La experiencia ha sido tan buena que ya tengo varios nombres de esta casa apuntados en mi libro rojo de deseos: me apetece muchísimo probar el sérum para el contorno de ojos a base de aloe vera, manteca de karité y aceites esenciales de tilo, jazmín y granada; de hecho estuve a punto de llevármelo a casa, ¡pero lo cambié por un libro! También me apetece trillones una mascarilla de aloe vera para el cabello que trata problemas como caspa, dermatitis o picores y que parece llevar mi nombre impreso en el dorso del envase, junto a la fecha de caducidad.
Adoro la oscura Edad Media, las catedrales llenas de luz, el canto gregoriano, las vidrieras, la alquimia. Había un hombre vestido de espadachín que vendía cremas artesanas de aloe vera. En el puesto estaban amontonados grandes trozos de jabón blanco con motas oscuras, y tarros de vidrio que olían a plantas y a miel.
Me encantan los productos con ingredientes naturales, reconocidos desde antiguo por sus efectos balsámicos. Siempre hay quien nos recuerda, desde foros y revistas, que natural natural no hay nada, y que si abres una manzana por la mitad y la dejas en la despensa, se oxida en pocos minutos.
Vale, asumo el riesgo de los conservantes más o menos declarados, pero aún así me alucinan las lociones con florecillas de lavanda y aceites esenciales, las infusiones con aroma campesino y esas destilaciones de plantas misteriosas que dejan en la piel un letrero luminoso. Un letrero que dice a gritos, "no uso alcohol, no uso aceites químicos, no uso petróleo y por eso estoy sana, sana y sana." Disfruto untándome en la cara emplastos de aloe vera, camomila o rosas búlgaras, y huyo conciienzudamente del alcohol y del petrolatum. Últimamente han surgido muchas líneas naturales en la farmacia y en los herbolarios, incluso en la perfumería. Los productos de Carla de Bulgaria, Taj Sultana y Nueva Antiqua son prueba de ello. Están un escalón por delante de marcas como Lush y L´Occitane: son mucho más caseros y familiares, no son grandes emporios sino obra de una persona con un sueño por realizar y una materia prima excelente.
Aloeplant es una de esas iniciativas bucólicas que me ponen de buen humor. Venden hojas frescas de aloe vera y plantas que cultivan ellos mismos, en Alhama de Almería. Tienen un certificado de agricultura ecológica y venden aceite de oliva bío de su cosecha, aceite de jojoba puro y manteca de karité pura.
Les compré en el mercado medieval una crema de día libre de grasas con propiedades calmantes, reafirmantes y de prevención de primeras arrugas que me tiene enamorada. El invento me costó nueve euros y realmente hace magia en la piel. Sus ingredientes son: setenta por ciento de aloe vera, cera de jojoba, miel, aceite de geranio, cera candelilla y aceite de lavanda fina. No me digáis que no son activos atractivos.
El producto huele a campo: se aprecia un ligero perfume de miel sobre la nota verde tan característica del aloe vera. El cannabis, hum, se debe notar desde la primera vez, porque cuando te aplicas este mejunje en la cara limpita, antes de irte a dormir, comienzas a sentirte bieeeen.
Eso sí, el efecto reafirmante también se percibe: yo nunca había utilizado cremas antiaging y me ha asombrado la sensación un poco tirante de la piel durante los primeros diez minutos. Lo sorprendente es que esta tirantez no tiene nada que ver con las alergias ni las reacciones, que brillan por su ausencia, sino con un efecto despertador, tensor. Por las mañanas me levanto con la piel lisa, suave, hidratada y sin una sola rojez. También es perfecta para relajar y afinar el contorno de ojos.
La experiencia ha sido tan buena que ya tengo varios nombres de esta casa apuntados en mi libro rojo de deseos: me apetece muchísimo probar el sérum para el contorno de ojos a base de aloe vera, manteca de karité y aceites esenciales de tilo, jazmín y granada; de hecho estuve a punto de llevármelo a casa, ¡pero lo cambié por un libro! También me apetece trillones una mascarilla de aloe vera para el cabello que trata problemas como caspa, dermatitis o picores y que parece llevar mi nombre impreso en el dorso del envase, junto a la fecha de caducidad.
En Cádiz hay, a finales de verano, un mercado andalusí que me vuelve loca. Me ha encantado tu descripción de la crema y me reí con la apreciación de cannabis, jajaja.
ResponderEliminarUn besazo, guapa!!
A mí también me encanta la Edad Media!!!! La gente me suele decir que estoy majara! Estoy haciendo una maqueta de Santa María del Naranco en ladrillitos...ajajaja!
ResponderEliminarEse prerrománico, románico y gótico...mmmm!
Aquí en Tenerife no hay....qué pena!
Lo que sí que hay es aloe, sí que tenemos. Me gusta mucho para todo, es multiusos!
En Garrucha, cuando voy en septiembre, también venden este tipo de cremas, no recuerdo si es la misma marca, pero no he comprado nunca... ahora acabo de empezar una con minerales del mar muerto de Jordan Shmulyck (telita con el nombre¡¡¡ y creo que son de Madrid ¡¡¡) que compré el otro día con el CI, veremos que tal..
ResponderEliminarYo ya he pasado del colorete a los polvos de sol...
Besos.
Chukita
"Yo no maldigo mi suerte porque medievalista nací..."
ResponderEliminar¿Picores? ¿dermatitis? I need it!!!
yo ni me acerco a los mercados medievales son un peligro para mi que si infusiones jabones especias aceites malo malo a y el famoso chocolate de "bollet" tipico de mi pueblo que va a todas las ferias mediebales que lo hacen igual igual que antaño y esta rico rico mejor vas tu y me lo cuentas
ResponderEliminarhola!! es la primera vez k visito tu blog y esta genial!!
ResponderEliminarme han gustado mucho los productos k has puesto!!
pasate por el mio si kieres, te espero en
http://sweetsyte.blogspot.com/
bss!
Hola preciosa!!
ResponderEliminarHe leido tu post sobre la nueva Eight Hour Cream Sun Defense for Face de Elizabeth Arden,
qué tal te está funcionando la crema? La recomiendas??
Caramelo de Pomelo
¡Bienvenida, Tere! Caramelo, la crema me tiene un poco enfadada... para mí que libre de aceites no es. Ya hablaré de eso en un post.
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